28.2.09

Me declaro vivo




Chamalú
Indio Quechua


Saboreo cada acto.


Antes cuidaba que los demás no hablaran mal de mí,
entonces me portaba como los demás querían
y mi conciencia me censuraba.


Menos mal que a pesar de mi esforzada
buena educación siempre había alguien difamándome.
¡Cuánto agradezco a esa gente que me enseñó
que la vida no es un escenario!
Desde entonces me atreví a ser como soy.



He viajado por todo el mundo, tengo amigos de todas las religiones; conozco gente extraña: católicos, religiosos pecando y asistiendo
a misa puntualmente, pregonando lo que no son, personas que devoran al prójimo con su lengua e intolerancia, médicos que están peor que sus pacientes, gente millonaria pero infeliz, seres que se pasan el día quejándose, que se reúnen con familia o amigos
los domingos para quejarse por turnos, gente que ha hecho
de la estupidez su manera de vivir.



El árbol anciano me enseñó
que todos somos lo mismo.




La montaña es mi punto de referencia:
ser invulnerable, que cada uno diga lo que quiera,
yo sigo caminando indetenible.



Soy guerrero:
mi espada es el amor,
mi escudo el humor,
mi hogar la coherencia,
mi texto la libertad.

Si mi felicidad resulta insoportable, discúlpenme,
no hice de la cordura mi opción.
Prefiero la imaginación a lo indio,

es decir inocencia incluida.




Quizás solamente teníamos que ser humanos.


El que tú no veas los átomos,
no significa que no existan.




Por eso es muy importante que sea el Amor
lo único que inspire tus actos.



Sin Amor nada tiene sentido, sin Amor estamos perdidos,
sin Amor corremos el riesgo de estar de nuevo
transitando de espaldas a la luz.



En realidad,
sólo hablo
para recordarte
la importancia
del silencio.



Anhelo que descubras el mensaje que se encuentra
detrás de las palabras; no soy un sabio,
sólo un enamorado de la vida.



El silencio es la clave,
la simplicidad es la puerta
que deja fuera a los imbéciles.




La gente feliz no es rentable,
con lucidez no hay necesidades innecesarias.




No es suficiente querer despertar, sino despertar.




La mejor forma de despertar es hacerlo
sin preocuparse porque nuestros actos
incomoden a quienes duermen al lado.




Recuerda que el deseo de hacerlo bien será una interferencia.
Es más importante amar lo que hacemos
y disfrutar de todo el trayecto.


La meta no existe, el camino y la meta son lo mismo.
No tenemos que correr hacia ninguna parte,
sólo saber dar cada paso plenamente.


No, no te resistas, ríndete a la vida.
Quien acepta lo que es
y se habilita para hacer lo que puede,
encarna las utopías
y lo imposible se pone a disposición.





La mejor manera de ser feliz es: 'ser feliz’.
Reconstruye tu raíz y saborea la vida.



Somos como peces de mares profundos,
si salimos a la superficie reventamos.





La frivolidad y la intrascendencia
condenan la vida a la muerte.




Cuando somos más grandes que lo que hacemos,
nada puede desequilibrarnos.
Pero cuando permitimos que las cosas sean más grandes
que nosotros, nuestro desequilibrio está garantizado.




El corazón está en emergencia por falta de amor.
Hay que volver a conquistar la vida,
enamorarnos otra vez de ella.





Nuestro potencial interior aflora espontáneamente
cuando nos dejamos en paz.






Quizá sólo seamos agua fluyendo;
el camino nos lo tenemos que hacer nosotros.





Más no permitas que el cauce esclavice al río,
no sea que en vez de un camino tengas una cárcel.




La infelicidad no es un problema técnico,
es el resultado de haber tomado el camino equivocado.






Amo mi locura que me vacuna contra la estupidez.
Amo el amor que me inmuniza ante la infelicidad
que pulula por doquier, infectando almas
y atrofiando corazones.




El amor es, a nivel sutil,
la esencia de nuestra instancia inmunológica.





La gente está tan acostumbrada a complicarse,
que rechaza de antemano la simplicidad.






La gente está tan acostumbrada a ser infeliz,
que la sensación de felicidad
les resulta sospechosa.




La gente está tan reprimida, que la espontánea ternura
le incomoda y el amor le inspira desconfianza.




Hay cosas que son muy razonables, objetivas y... apestan.






Ya no podemos perder el tiempo
en seguir aprendiendo técnicas espirituales cuando aún estamos vacíos de amor.





Quienes no están preparados para escuchar
tienen la recompensa de no enterarse de nada.




Disfruta de lo que tienes, recibe lo que venga,
crea e inventa lo que necesites, haz sólo lo que puedas,
y fundamentalmente celebra lo que tengas.




La vida es un canto a la belleza,
una convocatoria a la transparencia.





Cuando esto lo descubras desde la vivencia,
el viento volverá a ser tu amigo,
el árbol se tornará en maestro
y el amanecer en ritual.






La noche se vestirá de colores,
las estrellas hablarán el idioma del corazón
y el espíritu de la tierra reposará otra vez tranquilo.







¡Me declaro vivo!

Chamalú.
Indio Quechua




21.2.09

Buenas madres?


"Yo no soy una buena madre"
Texto de Lucía Echevarría

Y probablemente usted, que me lee, tampoco.

Si usted ha decidido quedarse en casa y consagrase al cuidado de sus hijos es usted
una madre hiperprotectora, amén de un parásito, un ser que vive a expensas de otro y a
espaldas de las verdaderas preocupaciones y dificultades de la vida.

Si usted trabaja fuera de casa entonces desatiende usted a sus hijos, y nadie valorará el
hecho de que tenga usted que hacer verdaderos malabarismos para conciliar la vida
familiar y la laboral.

Lo peor de todo es que unas madres y otras van acusándose mutuamente: la que se
queda en casa arremete contra la que trabaja, y viceversa, como si no fuera suficiente con
recibir los ataques de los pediatras, los psicólogos, los especialistas en sueño, los
periodistas, las madres, las suegras y las cuñadas.

Nosotras, las madres de hoy, aseguran ciertos psicoanalistas, somos la fuente de todos
los problemas de nuestros hijos, porque tenemos demasiada fuerza y le hemos robado
la autoridad a los padres.

Si su hijo es hiperactivo, si tiene rabietas, si insulta a otros niños en el colegio, la culpa
será siempre de usted, porque o bien le consiente demasiado o bien no le atiende lo
suficiente.

¿Y dónde están esos padres a los que les hemos robado la autoridad?

¿Cuánto han luchado para defenderla?

Nadie culpará al padre, nadie cuestionará nunca que el padre trabaje fuera de casa o viaje.

Pero ¡ay de usted si lo hace!

No solo tendrá que enfrentarse al goteo constante de comentarios más o menos directos
o indirectos por parte de su madre, de su suegra, de las madres de los compañeros
de cole de su retoño, sino, sobre todo, tendrá usted que lidiar con su propio sentimiento
de culpa, que no la dejará vivir.

Yo no soy una buena madre.

Trabajo fuera de casa y además viajo.

Dejo a mi hija con canguros.

Tengo novios y vida social.

No le he proporcionado a mi hija ese entorno familiar estable que entronizan los manuales
de pediatría y las revistas de papel couché.

No soy una buena madre pero pago las facturas de mi hija (el colegio, la comida, los
canguros, la ropa, los juguetes, el pediatra y, muy a mi pesar, las Barbies), apenas
duermo para poder llevarla al colegio todos los días, dedico la mayor parte de mi tiempo
libre a su cuidado y todo mi espacio mental a pensar en ella.

No soy una buena madre, como no lo somos ninguna.

Es lo más parecido a lo que vivíamos en la primera adolescencia.

La que intimaba con los chicos era una puta, la que se resistía era una estrecha: no
había término medio.

El caso es que nunca llueve a gusto de todos y una mujer nunca hace las cosas bien.

A la madre nunca se le valora lo que hace y para colmo no tiene derecho a quejarse, so
pena que se le diga que. es una mala madre.

Nuestra sociedad es perfeccionista y quiere individuos perfectos.

Superhombres que se afeiten con acabado impecable, que conduzcan coches que
apenas hagan ruido, que vayan al gimnasio tres veces por semana.

Supermadres de brillante sonrisa y silueta juncal, triunfadoras en todos los ámbitos,
adoradas por sus maridos y respetadas por sus jefes, y criadoras de niños sanos y
emocionalmente estables.

Nuestra sociedad ha convertido el goce en un modelo, y el goce inmediato en el valor
supremo.

Y un niño no es goce ni inmediatez.

Un hijo implica renuncia y perspectiva.

Y sobre todo, implica aceptar que la perfección no existe.

Usted, que me lee ¿está con los nervios de punta porque no le da tiempo a hacer todo lo
que debería?, ¿tiene diez kilos de más?, ¿no tiene tiempo para ir al gimnasio y, si lo
tuviera, lo emplearía en dormir?, ¿desearía que a veces fuera él el que se ocupara de la
compra, de la colada, de los biberones y de la visita al pediatra?, ¿a veces se enfada, a
veces está harta, a veces llora y a veces, mucha veces, no está en condiciones de dar lo
mejor de sí misma?

Estupendo.
Bienvenida al Club de las Malas Madres.

Recuerde: no somos las mejores pero somos la mayoría.

Gracias:

3.2.09

La pobreza con faldas


• Christine Delphy, fundadora de Nouvelles Questions Feministes

"Mucha ministra, pero la pobreza aún lleva faldas"

UNA ENTREVISTA DE LLUÍS AMIGUET - 3/3/2009 - LA CONTRA - LA VANGUARDIA, BARCELONA

Delphy hace gala de mala uva parisina y cuesta dios y ayuda arrancarle una sonrisa. No tiene sentido del humor, pero tiene razón: pionera del feminismo europeo junto con Beauvoir, pega una ducha de realismo feminista al mujerismo de papel couché que decora nuestra arena pública. Las empresas del Ibex apenas cuentan con un 7,4 por ciento de señoras en sus consejos; en cambio, en las listas de la pobreza y el paro, la proporción es inversamente proporcional: allí mandan, sobre todo, madres solas que presiden hogares y administran presupuestos que apenas llegan al salario mínimo. Cualquiera diría -a veces las cifras son tercas y carcas- que las mujeres han perdido la revolución sexual.


Tengo 66 años: me pregunto a menudo si los años te hacen mejor o peor. Nací y vivo en París: los parisinos podemos ser muy desagradables. Soy directora de investigación en el CNRS: cuanto mayor es el nivel académico, menos mujeres verá. El feminismo acaba de empezar. Cuando yo iba al colegio, las chicas tenían que encender las cerillas de un modo femenino - hacia fuera, un poco cursi- y los chicos de un modo viril, como hacia dentro...

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