El comenzó a hablar, como lo hacía siempre todos los jueves puntualmente a las 16h.
Ella lo escuchaba, seria , concentrada.
Todo parecía seguir los pasos adecuados: él relataba su semana, ella lo escuchaba, luego le hacía preguntas intentando que él “reflexionara”, él contestaba deduciendo con su lógica rígida y predecible. Ella comenzaba a introducir comentarios, algo más inquietantes, qué el esquivaba astutamente como siempre, todos los jueves a las 16h.
Viendo que él permanecía inamovible, ella tentó al desaliento pero se repuso, no podía rendirse, este era un caso más de esos que conocía bien y ya le encontraría el punto de quiebre, la fisura por la cual “entrarle”, para que finalmente, él rendido , confesara sus sentimientos humanos, su fragilidad, su necesidad de caricias y mimos. Que por supuesto ella jamás le daría. Pero, que obviamente , era imprescindible, por su bien que él se expresara.
No es que no se hubiese sentido deseosa de mimarlo y hacerle “upa” como a los niños, pues ella sabía bien que en el fondo de todo adulto se esconde ese niño desvalido que alguna vez fue. Y que ,claro, ella también había sido , pero eso había sido hace mucho tiempo. Y además no era cuestión de pensar en sí misma , en este preciso instante cuando èl, la miraba esperando una respuesta seria , categórica, como solía ser, ella, a la hora de hacer una “devolución”.
Ella sintió calor, era previsible, a esta hora , siendo verano, por lo que se dispuso a prender el ventilador.
Mientras él seguía relatando esa interminable lista de actividades anodinas, que ya a esta altura saturaba su escucha, siendo, que en realidad ,ella esperaba algo más “sustancioso”, más “comprometido”. Aquello, absolutamente inesperado ocurrió, ella contuvo la respiración, jamás le había pasado y no figuraba en ningún manual, esperó, acaso él no se habría dado cuenta.
El fingió que no se daba cuenta, y siguió hablando. “Bien, prueba superada”, pensó ella. Pero ya no podía escucharlo: desde el fondo de su estómago la asaltó una carcajada fresca e ingenua , como manantial que brota , era irrefrenable. El intentó mantener la compostura y seguir hablando, pero ella no podía parar de reir.
Viendo que no era escuchado , tuvo que acogerse al tema inevitable :
-qué son, de afuera?
-risas
-ah, ya sé, arriba vive gatúbela….
-risas
-no, ya me dí cuenta, estuviste dándole duro a los almohadones…
Risas por doquier.
Ella rendida, optó por apagar el ventilador, no podía controlar su propio cuerpo, y era poco serio trabajar de esa manera. Las plumas no dejaban de volar y ella no podía explicarle de dónde provenían, ni qué hacían esas plumas en el consultorio.
-Terminó la sesión.
Ella lo escuchaba, seria , concentrada.
Todo parecía seguir los pasos adecuados: él relataba su semana, ella lo escuchaba, luego le hacía preguntas intentando que él “reflexionara”, él contestaba deduciendo con su lógica rígida y predecible. Ella comenzaba a introducir comentarios, algo más inquietantes, qué el esquivaba astutamente como siempre, todos los jueves a las 16h.
Viendo que él permanecía inamovible, ella tentó al desaliento pero se repuso, no podía rendirse, este era un caso más de esos que conocía bien y ya le encontraría el punto de quiebre, la fisura por la cual “entrarle”, para que finalmente, él rendido , confesara sus sentimientos humanos, su fragilidad, su necesidad de caricias y mimos. Que por supuesto ella jamás le daría. Pero, que obviamente , era imprescindible, por su bien que él se expresara.
No es que no se hubiese sentido deseosa de mimarlo y hacerle “upa” como a los niños, pues ella sabía bien que en el fondo de todo adulto se esconde ese niño desvalido que alguna vez fue. Y que ,claro, ella también había sido , pero eso había sido hace mucho tiempo. Y además no era cuestión de pensar en sí misma , en este preciso instante cuando èl, la miraba esperando una respuesta seria , categórica, como solía ser, ella, a la hora de hacer una “devolución”.
Ella sintió calor, era previsible, a esta hora , siendo verano, por lo que se dispuso a prender el ventilador.
Mientras él seguía relatando esa interminable lista de actividades anodinas, que ya a esta altura saturaba su escucha, siendo, que en realidad ,ella esperaba algo más “sustancioso”, más “comprometido”. Aquello, absolutamente inesperado ocurrió, ella contuvo la respiración, jamás le había pasado y no figuraba en ningún manual, esperó, acaso él no se habría dado cuenta.
El fingió que no se daba cuenta, y siguió hablando. “Bien, prueba superada”, pensó ella. Pero ya no podía escucharlo: desde el fondo de su estómago la asaltó una carcajada fresca e ingenua , como manantial que brota , era irrefrenable. El intentó mantener la compostura y seguir hablando, pero ella no podía parar de reir.
Viendo que no era escuchado , tuvo que acogerse al tema inevitable :
-qué son, de afuera?
-risas
-ah, ya sé, arriba vive gatúbela….
-risas
-no, ya me dí cuenta, estuviste dándole duro a los almohadones…
Risas por doquier.
Ella rendida, optó por apagar el ventilador, no podía controlar su propio cuerpo, y era poco serio trabajar de esa manera. Las plumas no dejaban de volar y ella no podía explicarle de dónde provenían, ni qué hacían esas plumas en el consultorio.
-Terminó la sesión.
5 comentarios:
Vaya,que bonito escribes
Gracias por tu comentario en mi blog.
Saludos,nos leemos
Inquietante historia, gracias por visitarme.
saluditos
MIREYA , UN GUSTO
MAÑANA VUELVO .
BESOS
ADAL
ASÍ DE ENTRECASA , SIN TENER QUE DEMOSTRAR NADA , CON LOS RULEROS PUESTOS , SIN RUBOR , SIN MAQUILLAJE , PERO ESTÁ LA ESENCIA . LA MUJER QUE CONOCIMOS , LA QUE NUESTRO CORAZÓN ELIGIÓ SIN EQUÍVOCOS ..
YO TAMBIÉN , ESTOY MEDIO DESPEINADO , LA BARBA UN POCO CRECIDA , NO ESTOY VESTIDO PARA LA OCASIÓN , PERO SABÉS UNA COSA , NOS MIRAMOS CON OTROS OJOS , ESOS TAMPOCO SE EQUIVOCAN .-
MIREYA
QUE TENGAS UN HERMOSO DÍA
MUY BUENOS ESCRITOS
BESOS
ADAL
PARECE TESTIMONIAL EL ÚLTIMO , MUY BUENO
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